Mauricio Macri fue el candidato elegido por las principales empresas del país, en especial las que necesitan algún tipo de relación aceitada y productiva con el Estado. Veían en el ingeniero la manera de desembarazarse de una vez del kirchnerismo y su prepotencia y falta de ética. Aunque muchas habían intervenido en su mecanismo de corrupción, consideraban que se había llegado a un nivel asfixiante, oscuro y desalentador, peligroso para la subsistencia de las compañías. Sabían que había que ponerle un punto final al sistema que Néstor y Cristina Kirchner le dieron a la manera de hacer negocios con el Estado, especialmente en la obra pública, y confiaban en que la gestión de Mauricio Macri traería cambios positivos en ese esquema perverso.